El deporte del pádel lo juegan cuatro personas. El efecto del juego de una de ellas repercute directamente sobre el juego de la otra.
Al ser un deporte que se juega en pareja, puedes medir tu evolución como deportista, sumando tu juego con el juego de tu compañero. Por lo tanto, debemos mimar y cuidar a nuestro compañero tanto como nos cuidamos a nosotros mismos. Se trata de sumar energía positiva.
A veces, se da que convertimos a nuestro compañero en nuestro rival. Una vez que nos hayamos comprometido a jugar con él, debemos unir fuerzas e ilusión. Si te centras en él con emociones destructivas (rabia, ira, celos) te saldrás de ti mismo, de tu concentración, de tu juego y le hará sentir mal .Terminaréis siendo una pareja con carga negativa.
Para jugar a gusto el uno con el otro, es muy importante que antes de entrar en una pista para competir, expreséis entre vosotros vuestras expectativas de juego, con una visión real de lo que podéis conseguir.
Otras veces, la rivalidad hacia la pareja contraria es excesiva con respecto a las emociones que sentimos (mucha rabia) y eso produce desgaste físico y bloqueos de nuestro cuerpo (estampamos bolas contra la pared). En realidad, proyectamos nuestra propia frustración contra ellos, nuestra frustración por no haber jugado mejor, por no haber entrenado más, por no haber competido con regularidad…
El contrario, en realidad nos hace un favor jugando contra nosotros. Gracias a ellos hay juego, podemos medir nuestra evolución como jugadores y hasta divertirnos. El verdadero rival no es el otro, está dentro de ti.
Fuente: Angeles Oliveres Rivas