LAS LESIONES pueden producirse por varias causas y son parte de la vida del deportista, aunque siempre
son un mal trago. Es importante saber cómo prevenirlas, tratarlas y buscar la mejor manera de recuperarse. Hablaremos desde la experiencia a través de varios años entrenando con deportistas de diferentes niveles y edades. Podemos clasificar las lesiones más comunes en el pádel como:
Accidentales:
Un traumatismo como causa de un impacto sobre cualquier elemento de la pista, o una torsión por una caída o giro o pisar una pelota, un golpe con la pelota o la misma pala, también es un factor determinante el tipo de superficie en la que se juega.
La manera de prevenir estas situaciones fortuitas son limitadas, pero no imposibles, ya que por medio del entrenamiento de la coordinación se puede mejorar los desplazamientos y de esa forma lograr movimientos más seguros y “exactos”. Obviamente, el jugador que tiene un tonismo y masa muscular fuerte y laxa soportará diferentes tipos de cargas y torsiones sin riesgo de lesión. También debemos tener en cuenta que un deportista “entrenado” tiene una recuperación más rápida, que quien no lo está.
Por Sobrecarga:
Diríamos que un alto porcentaje de las lesiones se producen por exceder la capacidad que tiene una articulación, músculo o ligamento en cuanto a las cargas que puede soportar, ya sea por un exceso de trabajo (muchas repeticiones de un mismo golpe, cantidad de horas de partidos…) o el tiempo de recuperación, que es otro factor que modifica la intensidad del trabajo, como también el tiempo y calidad de este período.
La Técnica:
Es fundamental el aprendizaje correcto de los golpes, los desplazamientos y la biomecánica en general del movimiento, lo cual permitirá una ejecución correcta y evitara movimientos “forzados”, que como consecuencia de las repeticiones o la intensidad terminan por generar una lesión, que pasa de una pequeña sobrecarga o contractura a una tendinitis o incluso rotura de fibras musculares. El ejemplo más común es la epicondilitis o codo de tenista.
Mala preparación:
Hablamos de la entrada en calor previa a los partidos o entrenamientos. El cuerpo necesita en calentamiento general y progresivo para prepararse para el trabajo muchas veces como consecuencia de la ansiedad o el temor a cansarnos evitamos o acortamos el calentamiento y ante el primer movimiento con cierta intensidad se produce una lesión, que en el mejor de los casos suele terminar en una contractura pero también puede producir desgarros musculares importantes.
Condiciones climatológicas:
El frío o calor, la lluvia o humedad, la luz e incluso la combinación de varios de estos factores, genera condiciones propicias para lesionarse .. por ejemplo el suelo resbaladizo o la pelotas se humedecen y pesan más, como también el aire frío, que no permite calentar correctamente, etc. En estos casos debemos en primer lugar evaluar los posibles factores adversos y modificar o “adaptar” nuestro juego para evitar lesiones. Y si vemos que el riesgo es muy alto, suspender o reemplazar el entrenamiento. “Muchas veces modificar un día de trabajo, es más conveniente, al riesgo que puede implicar una lesión que nos obligue a perder varios días”
Deshidratación o la mala alimentación:
Está claro que nuestro organismo debe actuar en las mejores condiciones posibles y la falta de hidratación genera más exigencia muscular y muchas veces es la causa de calambres contracturas y fatiga, que puede terminar en una lesión. Al igual que la depleción glucogénica como falta de suministro de hidratos antes y durante el partido e, incluso, el tipo de dieta puede contribuir a generar más acidosis a nivel muscular, con la consecuente fatiga.
Problemas posturales y la asimetría muscular:
Producida por las características del deporte produce descompensaciones que sobrecargan la musculatura, es importante detectarlos a tiempo y corregirlos, como también compensarlos en el gimnasio para buscar una biomecánica correcta del movimiento.
Fuente: Marca